Al realizar su obra, la Santa quiso asegurar fielmente la continuidad del Carmelo : infundió un nuevo espíritu en la devoción filial a la bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo; dejó como herencia a su familia la comunión que ella vivía con los prototipos bíblicos, los profetas y los grandes padres del Carmelo ; dio nuevo impulso a la observancia de la Regla «primitiva», abriéndola a nuevos ideales apostólicos.
Quiso que todo estuviera imbuido de un estilo peculiar de vida: presentó la ascesis y la mortificación en función de una vida teologal más intensa, al servicio de la Iglesia ; propuso un espíritu de generosidad en la observancia y de cordialidad en la vida fraterna, para hacer alegre la convivencia, cual familia de Dios ; promovió la dignidad de la persona humana, la amistad entre las hermanas y la comunión entre los diversos monasterios. (Constituciones de las Carmelitas Descalzas)