Como Carmelitas Descalzas en Medio Oriente y África del Norte –centro del mundo religioso monoteísta– queremos abrazar a la humanidad a través de nuestra oración constante, a través de nuestra vida que es respuesta al amor gratuito, personal y único de Dios, y reflejo de la historia de Dios con la humanidad. Reconocemos, en nuestras regiones, el comienzo de la historia del amor esponsal, desde la Primera Alianza y que sólo se consumará en la plenitud de los tiempos.
Pedimos la gracia de ser memoria viva de las maravillas que el Señor ha realizado en estas regiones y en nuestra Orden, desde el comienzo de nuestra historia.
Insertadas en el corazón de cada Iglesia particular, de la cual acogemos las gracias, sufrimientos y aspiraciones, que podamos ser un signo de esperanza y fortalezcamos el camino de aquellos que se confían a nuestra oración.