Communauté de Bethléem
« Mas tú, Belén Efratá, aunque eres la menor entre las familias de Judá,
de ti ha de salir aquel que ha de gobernar en Israel.. »
(Mi 5,1)
El 20 de agosto de 1875, diez carmelitas dejan su monasterio de Pau (Francia) para emprender la fundación de un Carmelo en Belén. Entre ellas Sor Maria de Jesús Crucificado (Mariam Baouardy), la pequeña árabe, que es el alma de este pequeño grupo. La Benefactora Berthe Dartigaux las acompaña durante el viaje, regresando a su tierra una vez comenzada la obra.
Es Mariam, quien guiada por el Señor designa el sitio del futuro Carmelo, sobre la colina de David, frente a la Basílica de la Natividad.
La vida conventual se comienza el 21 de noviembre de 1876 mientras que algunos trabajos se continúan. Mariam muere antes de su inauguración, el 26 de agosto de 1878.
En memoria de “la casa de David”, el monasterio está

construido en forma circular, como “la torre de David”. De cara a la Natividad, “honra la pobreza y pequeñez del Niño Jesús en el Pesebre”, rasgo específico de nuestra comunidad que a través de este misterio experimenta la acción de Dios mismo.
Mariam tenía una devoción muy fuerte al Espíritu Santo, que vivía profundamente y que transmitía a todos los que la rodeaban. El monasterio se encuentra en un ambiente árabe palestino.

« Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría.
Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre
y, postrándose, le adoraron.»
(Mt 2.10)
Belén es ante todo el lugar donde nació Jesús, y Mariam quiso que nuestro Carmelo estuviera particularmente dedicado a contemplar y honrar el misterio de la Encarnación, la pobreza y la infancia de Jesús. El mensaje espiritual de Aquel que es el Hijo por excelencia quiere formarnos a todos en Él para llegar a ser lo que somos, hijos amados del Padre.
Vivir aquí como carmelitas significa acoger en la oración toda esta herencia para que pueda dar todos sus frutos en esta Tierra sembrada de esperanza en el corazón de todas sus lágrimas. Es todavía entrar en este misterio de pobreza e infancia espiritual del Hijo para llegar a ser en Él “casa de paz y de alegría” para todos los hombres de buena voluntad.
En esta bendita ciudad de Belén donde se mezclan los repiques de campanas y los cantos de almuecines, con las montañas de Moab a lo lejos, se narra la historia de Rut y Noemí, el monte Nebo y Moisés; la depresión del Jordán y el Mar Muerto, Jericó, el profeta Elías camino del Horeb, la tumba de Raquel, la cercana Jerusalén… todos estos recuerdos bíblicos y evangélicos son como una semilla arrojada a la tierra, una historia de salvación porque aquí Dios se ha vinculado para siempre a nuestra humanidad.
¿Y cómo no unir en el apogeo de nuestra oración todos estos destinos para ofrecerlos a Aquel que es el Príncipe de la Paz, para que reine en todos los corazones, siendo así nuestra comunidad como un eco de “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra”? paz en la tierra a los hombres de buena voluntad” entonada por los Ángeles la primera noche de Navidad.
Actualmente nuestra Comunidad está formada por 14 hermanas de diferentes países: Tierra de Francia, Madagascar, Ecuador, Vietnam, Belén, Filipinas y Polonia. La Comunidad Internacional refleja la situación de la Iglesia en Tierra Santa: su riqueza y armonía en la diversidad, así como el hecho de no ser numerosa.