Nuestra vida es un icono de la comunión íntima de Jesús con el Padre. Es en el coloquio silencioso con Aquel que nos ama y a quien amamos que nuestra vida queda transformada en la suya. En esta amistad profunda con Jesús que nace y crece el deseo de estar siempre en su presencia contemplando su Rostro, haciendo de nuestra de nuestra existencia un don para la Iglesia y el mundo.
La Eucaristía diaria y la liturgia de las horas son nuestra participación a la oración que Cristo elevo al Padre en favor de todos y a la gran oración de la Iglesia universal por el mundo.
Dada la internacionalidad de nuestras comunidades y la pluralidad de ritos en las iglesias cristianas de nuestra región, buscamos expresar esta diversidad en nuestra liturgia.
Nuestra jornada comporta dos horas de oración personal, una hora de lectura espiritual.