“Después de haber terminado la obra que el Padre había encomendado a su Hijo en la tierra (Jn 17,4), el día de Pentecostés el Espíritu Santo fue enviado para constantemente santificar la Iglesia y obtener así creyentes, por medio de Cristo porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. (Efesios 2:18) […] el Espíritu habita en la Iglesia morando en el corazón de sus fieles que son su templo (1 Cor 3, 16). Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que da testimonio de la condición de hijos de Dios por adopción (Gal 4,6) Esta Iglesia que él introduce en la plenitud de la verdad (Jn 16,13) y a la que asegura la unidad en la comunión y servicio, y la anima y la conduce a través de la diversidad de los dones jerárquicos y carismáticos… “Lumen Gentium 4
Esta fiesta de Pentecostés, para la cual nos preparamos durante nueve días de intensa oración con María y los Apóstoles reunidos en el Cenáculo de Jerusalén, es pues un momento privilegiado para tomar conciencia de los dones que Dios nos ha dado, esos dones que él distribuye para el bien de todos. Ser consientes cada vez más de esos dones y dar gracias por ellos, nos harán crecer aún más… En primer lugar debemos dar gracias por el don de la vocación, de hecho, “La vocación de las Carmelitas Descalzas es un don del Espíritu, que las invita a una “misteriosa unión con Dios” viviendo en amistad con Cristo y en intimidad con la Bienaventurada Virgen María, la oración y la inmolación se funden vivamente con un amor grande a la Iglesia ” (Constituciones Nº 10).
Acoger en el soplo del Espíritu las gracias concedidas a la Orden del Carmelo, es también responder a la invitación que Nuestro Padre General, P. Saverio Cannistrà, quien nos lanzó durante su visita alentadora y fraterna en el mes de febrero de este año. Aquí, en la Tierra Santa, se encontró con nuestros Padres Carmelitas de la delegación, y también con cada uno de nuestros cinco carmelos (y luego prosiguió su visita en Egipto). El 11 de febrero una jornada de encuentro con nuestro padre general en el Carmelo de Belén, donde nos reunimos unas cuarenta hermanas para escuchar la palabra de nuestro Padre General e intercambiar entre nosotras y con él. Él nos ha recordado que el carisma es algo que está en continuo desarrollo, es una historia. De alguna manera, el carisma es el plan de Dios para mí, y yo debo descubrirlo y realizarlo gradualmente.
Además insistió en la estrecha relación entre nuestra vida espiritual, o sea nuestra vida guiada por el Espíritu de Dios y nuestra humanidad, con sus riquezas y debilidades. La vida espiritual es un trabajo sobre la persona. Por eso, tenemos que volver a traducir la espiritualidad en nuestra humanidad, y hacer una lectura de nuestra humanidad con la profundidad de una persona llamada a ser hijo de Dios, templo del Espíritu … Y, de hecho, nunca hay que perder de vista que la humanidad es el verdadero lugar de la espiritualidad.
También, nosotras ofrezcamos nuestras personas y nuestras vidas a la obra del Espíritu para que él nos renueve, especialmente en nuestra relación con él, nuestro Dios y con nuestros hermanos y hermanas. Así nos dispondremos cada vez más a los dones abundantes del Espíritu, en un abandono confiado, y acogiendo las palabras de nuestro Padre General, ” no es nuestra capacidad de acción que pueden hacernos cambiar, sino nuestra capacidad de dejarnos transformar. “