Y esta es nuestra vida en el Carmelo porque, si bien la oración es nuestra principal e incluso nuestra única ocupación, porque la oración de una Carmelita nunca cesa, también tenemos obras, actos externos. Quiero que me veas en la lavandería, con el hábito arremangado y chapoteando en el agua. Dudas de mis conocimientos en esta materia, y tienes toda la razón, pero con Jesús nos implicamos en todo, todo nos parece encantador y nada es difícil ni aburrido. ¡Oh! Que bien se está en el Carmelo, es el mejor país del mundo y puedo decir que soy feliz como pez en el agua. (Ct 108)

¡Qué feliz sorpresa, una carta de Sabeth en Cuaresma! Verás, el buen Dios es muy bueno y Nuestra Madre también, y ellos son los que me enviaron a decirle a mi pequeña que el jueves mi oración será muy intensa y que seré una contigo, además esto no será nuevo, porque, acaso no es verdad que no nos separamos? Bien conocéis la oración que Cristo hizo a su Padre: “Quiero que sean uno, como tú y yo somos uno”. Ah, entonces, cuando este “uno” se consuma entre las almas, me parece que no hay separación posible; Lo sientes, ¿no? El sábado os seguí, queridas mías, vi ese tren que os llevaba, pero me pareció que no os alejabais, porque hay Uno que es el Inmutable, Aquel que siempre permanece, y en quien siempre nos encontramos!…

Si supieras qué buen nidito me estaba preparando aquí mi Amado. ¡Ah! Este Carmelo, este tiempo a solas con Aquel que amamos, ¡si supieras lo bueno que es! Sí, es un Cielo anticipado. No tengáis celos, queridas mías, sólo Él sabe lo que sacrifiqué al dejaros y, si su amor no me hubiera sostenido, si no me hubiera estrechado fuertemente entre sus brazos, ¡ah! Siento que no podría haberlo hecho; ¡Las amo tanto, y me parece que este amor crece cada día, porque Él lo diviniza!

Pasé unos días de carnaval deliciosos y divinos. Los lunes y martes tuvimos el Santísimo Sacramento en el oratorio y el domingo en el coro; Pasé casi todo el día cerca de Él y mi Guita estaba allí conmigo, porque me parece que la guardo en el alma. Fue muy bueno, les aseguro, estábamos a oscuras porque la puerta estaba abierta, y toda la luz venía de Él. Me encanta ver esta grande reja entre nosotros: Él es prisionero por mí y yo soy prisionera por Él. (Ct 109)

Vivamos con Dios como con un amigo, avivemos nuestra fe para comulgar con Él en todo, esto es lo que hace a los santos. Llevamos nuestro Cielo dentro de nosotros ya que Aquel que satisface a los glorificados en la luz de la visión se entrega a nosotros en la fe y el misterio, ¡es el Mismo! Me parece que he encontrado mi Cielo en la tierra ya que el Cielo es Dios y Dios es mi alma. El día que comprendí esto, todo se iluminó dentro de mí y quisiera decir este secreto en voz baja a quienes amo para que ellos también, en todo, se adhieran siempre a Dios. (Ct 122)

Une carmélite, ma chérie, c’est une âme qui a regardé le Crucifié, qui l’a vu s’offrant comme Victime à son Père pour les âmes et, se recueillant sous cette grande vision de la charité du Christ, elle a compris la passion d’amour de son âme, et elle a voulu se donner comme Lui!… Et sur la montagne du Carmel, dans le silence, dans la solitude, dans une oraison qui ne finit jamais, car elle se continue à travers tout, la carmélite vit déjà comme au Ciel: «de Dieu seul». Le même qui fera un jour sa béatitude et la rassasiera dans la gloire se donne déjà à elle, Il ne la quitte jamais, Il demeure en son âme; plus que cela, tous deux ne font qu’Un. Aussi elle est affamée de silence afin d’écouter toujours, de pénétrer tours plus en son Etre Infini, elle est identifiée avec Celui qu’elle aime, elle le trouve partout, à travers toutes choses elle le voit rayonner! N’est-ce pas le Ciel sur terre!  (Ct 133)

Un Carmelita, querida mía, es un alma que ha mirado el Crucificado, que lo ha visto ofrecerse como Víctima a su Padre por las almas y, recogiéndose bajo esta gran visión de la caridad de Cristo, ella ha comprendido la pasión de amor de su alma. , ¡y ella ha querido entregarse como Él!… Y en el monte del Carmelo, en el silencio, en la soledad, en una oración que no termina nunca, porque continúa a través de todo, la Carmelita vive ya como en el Cielo: “de solo Dios” . Aquel que un día será su bienaventuranza y la satisfará en gloria, ya se entrega a ella, nunca la abandona, permanece en su alma; más que eso, ambos no son más que Uno. Es por esto que ella está hambrienta de silencio  con el fin de escuchar siempre,  de penetrar más profundamente en su Ser Infinito, ella se ha identificado con Aquel que ama, lo encuentra en todas partes, ¡a través de todas las cosas lo ve irradiar! ¿No es este el cielo en la tierra? (Ct 133)