Un acontecimiento que cambiará su vida será el encuentro con una imagen de Cristo:
« Acaecióme que, entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allá a guardar…era de Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal….que el corazón me parece se me partía, y arrojeme cabe El, suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle ». (V 9, 1)
A partir de ese momento Teresa siente que su vida ya no le pertenece sino que es de Dios, que cada vez está mas presente en su interior.
Herida por la división interna de la Iglesia y con la mirada puesta en la evangelización del nuevo mundo, responde a estos acontecimientos con una entrega total a Dios: « determine hacer eso poquito que era en mí, que es seguir los consejos evangélicos, con toda la perfección que yo pudiese, y procurar que estas poquitas que están aquí hiciesen lo mismo, confiada en la gran bondad de Dios, que nunca falta de ayudar a quien por él se determina a dejarlo todo ». (Camino 1,2)
En el año 1562 fundó el convento de San José de Ávila. Luego otros 17 Monasterios serán fundados por Teresa.
Junto a San Juan de la Cruz inicia la fundación de los primeros Carmelitas Descalzos, en Duruelo el 28 de noviembre de 1568.
A cada una de nosotras, sus hijas, Teresa ha querido transmitirnos su ideal de vida, su camino de perfección: vida de intimidad con Dios al servicio de la Iglesia, en una comunidad alegre y fraterna. Ella supo vivir su pasión por Cristo y la Iglesia en una realidad que no es muy distinta a la nuestra, pues también la España de su tiempo era un mosaico formado de diferentes trasfondos religiosos y culturales, donde convivían las tres grandes religiones monoteísta.
Teresa muere en Alba de Tormes, el 4 de octobre de 1568.