Silencio y soledad

« Dice de ti mi corazón: «Busca su rostro.»
Sí, Señor, tu rostro busco: No me ocultes tu rostro. »

(Sal 27, 8)

Silencio, soledad y recogimiento, son el clima, la atmósfera que necesitamos para vivir en la presencia y de la presencia del Dios que nos habita.

Seguimos así el ejemplo de Cristo que a menudo se retiraba de la multitud para orar solo. Cada una de nosotras, desde la soledad, peregrina al encuentro con el Señor y cada mañana podemos cantar con el salmista:

« Oh Dios, tu eres mi Dios, desde la aurora te busco… mi alma tiene sed de ti. » (Sal 62)