Nuestra Señora del Carmen y la Misericordia

Esta es una de las antífonas que cantamos durante el oficio de Nuestra Señora del Monte Carmelo (solemnidad del 16 de Julio), junto con el canto de “Salve Regina Mater Misericordiae”, y bastantes cantos más, nos volvemos hacia la Virgen con confianza, seguros de encontrar en ella una madre plena de compasión, de ternura y misericordia por cada uno de sus hijos.

 

¿De dónde le viene esta misericordia? El Papa Francisco al abrir la Puerta Santa de Santa María la Mayor, el 1° de enero de 2016, dijo: “Ella es Madre de la misericordia, porque engendró en su seno el Rostro mismo de la misericordia divina, Jesús, el Emmanuel, El que todos los pueblos esperaban, el “Príncipe de la paz” (Is.8,5).”

Podemos aun decir que ella es Madre de Misericordia por el mismo hecho de ser madre, ¡cuanto más, por ser la Madre de Dios! Ella ha llevado en sus entrañas (y con toda su voluntad amorosa) el que es la Vida. En hebreo y en griego, la palabra misericordia y vientre maternal están formadas por la misma raíz, las entrañas que se conmueven y desbordan de piedad.

 

Vayamos más lejos y veamos si hay una relación específica entre la Virgen del Carmen y la Misericordia.

 

Llena de gracia, María exulta de alegría de haber recibido todo por pura misericordia. Ella nos acompaña en el Carmelo en nuestro camino de fe y en el feliz desasimiento que conduce a la unión con Dios, ese don de la contemplación, puro regalo de la misericordia de Dios.

 

Para su fiesta, el 16 de julio, nosotros leemos en la misa el Evangelio de María al pie de la Cruz.

El Monte Carmelo y el Monte Gólgota se acercan, para decirnos que la plenitud del amor es el perdón, la vida dada por la salud de todos. En el camino del amor no podemos ignorar (gracias a la Virgen Santísima) que la unión con Dios que buscamos en el Carmelo, nos conducirá hasta allá.

 

Junto al Papa Francisco, volvámonos hacia María, Madre de misericordia: “que la dulzura de su mirada nos acompañe en este año santo, afín que todos puedan descubrir la alegría de la ternura de Dios” (Papa Francisco, bula del jubileo de la misericordia, n°24, 2015)

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