Después de la gran Gracia de la visión del infierno (Vida 32), Santa Teresa estuvo animada por un vivo espíritu apostólico, ella se preguntaba constantemente: ‘Que puedo hacer por la Iglesia? Fue precisamente en este contexto donde los primeros elementos del Carisma Teresiano tomaron cuerpo. Vemos frecuentemente en la historia que, todo el mundo ve los acontecimientos conflictivos del mundo, pero solamente los fundadores se preguntan: ‘Que puedo hacer?’
Sin embargo, el primer pensamiento de fundar un Carmelo no proviene de ella: Es su prima María de Ocampo quien lanzó la idea. Teresa acoge este proyecto entusiasta de una joven… pero tenía sus dudas. Fue necesario que el impulso viniera directamente del Espíritu Santo: ‘Habiendo un día comulgado, me mandó mucho su Majestad lo procurase con todas mis fuerzas, haciéndome grandes promesas de que no se dejara de hacer el monasterio, y que se serviría mucho en él, y que se llamase San José, y que la una puerta nos la guardaría él y Nuestra Señora la otra, y que Cristo andaría con nosotras; y que sería una estrella que diese de si gran resplandor’ (Vida 32).
Vemos que las palabras del Señor son una apología de la vida religiosa, no hay ninguna crítica a la Encarnación, el convento donde se encontraba Teresa. Santa Teresa, guiada por el Espíritu y respondiendo a la necesidad de la Iglesia de su tiempo, realizó al mismo tiempo un retorno a la fuente primitiva del Carmelo y creó una nueva familia religiosa, con una indudable originalidad carismática. Todo brota como resultado de la profundización de su vida espiritual: como ha dicho Monseñor Ancel: ‘Para adaptarse, es necesario ser fervorosos’.
Cuando releemos los capítulos de la Vida donde Santa Teresa relata los acontecimientos de la fundación, como también el primer capítulo del libro de las Fundaciones, nosotros contemplamos a Santa Teresa que se maravilla de esta pequeña comunidad fraterna construida sobre los fundamentos de la oración, la soledad y la estricta pobreza. Es para mí grandísimo consuelo de verme aquí metida con almas tan desasidas. Su trato es entender como irán adelante en el servicio de Dios. La soledad es su consuelo y pensar de ver a nadie que no sea para ayudarlas a encender mas el amor de su Esposo, les es trabajo, aunque sean sus deudos. Y así no viene nadie a esta casa, sino quien trata de esto; porque ni las contenta, ni los contenta. No es su lenguaje otro sino hablar de Dios, y así no entienden ni las entiende sino quien habla de lo mismo. (Vida 36, 26)
De este modo, es la Presencia de Cristo en el corazón de la comunidad y la fidelidad de cada una a ‘vivir en su compañía’ en el recogimiento que producen la alegría de todas. A solas con El solo’, las hermanas viven en la soledad acompañadas, y toda la comunidad goza de la Presencia del Esposo. Santa Teresa, mas tarde, dirá: Los cinco años vividos en este ‘rincón de Dios’ fueron los más pacíficos y alegres de mi vida. Nosotros podemos decir también que fueron años fecundos puesto que su gran deseo apostólico creció: Contribuir al bien de las almas, lo mismo que el propietario de un tesoro desea participarlo a todo el mundo. F 1, 6
Después del Monasterio de San José de Ávila, las fundaciones se van a multiplicar… hasta nuestros días! Es así que en el Carmelo, nosotros quisiéramos ser siempre ‘de aquellas que comienzan’
‘Ahora comenzamos, y procuren ir comenzando siempre de bien en mejor’
F 29,32
(Carmelo del Pater Noster)