¡Es Pentecostés en toda la tierra!

En cada corazón, en cada familia, en cada comunidad…

El Espíritu Santo sopla… Es el Espíritu del Resucitado, que viene a renovarnos; ¡no temamos esta corriente! ¿Dejaremos que penetre en cada rincón de nuestros corazones y de nuestras relaciones? Oh, luz bendita, ven y llena hasta lo más profundo los corazones de todos tus fieles…

Los rumores de guerra están ahí – por desgracia – pero un mundo nuevo ya ha empezado… El Espíritu del Señor derramado en nuestros corazones nos lleva a «construir puentes a través del diálogo, del encuentro, uniéndonos a todos para ser un pueblo siempre en paz…»  (Primer discurso de nuestro Santo Padre León XIV ), por Él nos hacemos uno en Jesucristo, participamos de su ofrenda fecunda y, con el apóstol san Juan, podemos decir: «En cuanto a nuestra comunión (comunión con vosotros, comunión del Espíritu Santo) , es con el Padre y con su Hijo Jesucristo» (1 Jn 1,3 ).

Esta es nuestra fe y también una experiencia que vivimos a diario: los Carmelos de nuestra Federación reúnen a hermanas de varios países, a menudo de cuatro continentes. ¡Es Pentecostés cada día! Vivir juntas los 365 días del año, unir nuestras voces en la misma liturgia siete veces al día, compartir nuestras alegrías y tristezas, comprendidas y expresadas de forma tan diferente, permanecer en el amor… nos llama a entrar constantemente en la vida del Espíritu del Señor. Una aventura conmovedora que nos permite percibir el vínculo entre las llagas de Cristo Resucitado y la fraternidad descubierta o redescubierta. Gracia pedida en la oración, recibida en los sacramentos. Trabajo también, a veces apenas perceptible, animado por el Espíritu Santo: estas hojas secas recogidas en el pasillo que otra hermana mantiene, esta ofensa olvidada como quien lava los pies a un viajero, esta sonrisa que brota de una profunda benevolencia… «Lavar lo sucio, bañar lo árido, sanar lo herido» (Secuencia de Pentecostés) …

Esta comunión que también vosotros experimentáis, os la anunciamos, os escribimos para que nuestra alegría sea completa y, unidos en la intercesión, especialmente por la paz,
¡os deseamos una santa y gozosa fiesta de Pentecostés!

«Espíritu de Dios, savia de amor del árbol inmenso en el que nos injertas, que todos nuestros hermanos se nos presenten como un don en este gran Cuerpo
en el que se realiza la Palabra de comunión.»
(Himno de Pentecostés)

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