¿Quién eres tú?

¿Quién eres tú, dulce luz que me llenas

e iluminas la oscuridad de mi corazón?

Tú, más cercano a mí que yo misma

y más íntimo que mi intimidad,

y aún inalcanzable e incomprensible,

y que todo nombre haces renacer:

Espíritu Santo, ¡Amor Eterno!