Tarde nací, Maestro: me hubiera sido dado
ir como de tu mano por ‘ínsulas extrañas’
cantar junto contigo las glorias del Amado:
‘mi Amado, los vergeles, mi Amado, las montañas…
Hubiéramos hablado las cosas inefables
con un lenguaje nuevo de térnubis gloriosos,
haciendo unos silencios divinos y espantables,
que ellos solos serian cual ‘ríos sonorosos’
Tu fiesta es un trasunto de místicas auroras;
del cielo baja al aire de ‘músicas calladas’
y en júbilo el Carmelo, tu ‘soledad sonora’
exalta con un coro de angélicas minadas…
Maestro de las Nadas, Doctor de los despojos,
recetador de muertes que al alma resucitan;
guiador entre las Noches, sostén en los arrojos
del alma que las cumbres del Monte solicitan…
De tu locura dame, y el dardo sin sosiego;
la ‘regalada llaga’, nostalgia de aquel Sumo
Amor que me perfilan tus ‘lámparas de fuego’,
en cuyos resplandores ardiendo me consumo…
Nada y más Nada’, y Nada de lo alto ni lo bajo;
entre más desolado, más puro Amor; tu modo
dame de amar, Maestro, que es el más corto atajo
el de irse por las Nadas, a poseer el Todo!…
Y al acabar el tiempo ‘la noche sosegada’,
hazme saber los regios ‘levantes de la aurora’,
donde a toda palabra la deja anonadada
la ‘música callada’, la ‘soledad sonora…’
Gloria Riestra
Gloria Riestra, esclarecida poetisa tamaulipeca, nacida en 1930, es una connotada representante en la línea sanjuanista. No podía ser de otra manera, dados sus estrechos vínculos con la Orden del Carmen, perteneciente al Carmelo Seglar, “poetisa extraordinaria” la llamó Miguel Sánchez Astudillo, al conocer unas muestras de su gran producción literaria”. ¿Cómo será ella en su figura? — se preguntaba el académico ecuatoriano— Por su poesía me la imagino vaporosa y tenue, parecida más bien a un alma liberada de los pesos mortales. Extenuada de sufrimiento físico, consumida de intensidades íntimas, acaso no va quedando ya en su cuerpo sino la cantidad de materia indispensable para alimentar la llama del espíritu”.
De la bella poesía titulada “La fiesta de san Juan de la Cruz” sacamos estos hermosos cuartetos, para gozarlos.
Tomado del documento
San Juan de la Cruz y México
(una aproximación)
Roma 2002