¿No estamos nosotros también con esas mujeres de Judea y Galilea? Y Santa Teresa de Jesús, ¿no está ella también con nosotros en este año del V centenario de su nacimiento, en compañía de la Beata Mariam de Jesús Crucificado, de cuya canonización estamos tan cerca? (el 17 de mayo próximo) … no lo dudemos, ellas son de aquellas que al alba del domingo de la Pascua se apresuran hacia el lugar del Encuentro, hacia el Cuerpo de Amado, crucificado y para nosotros, desde ahora y por siempre, glorioso y dándonos la vida.
El Evangelio de Marcos enfatiza la luz del sol al amanecer que es tan brillante en esta región de Oriente Medio. La naturaleza se transforma en un teólogo para hablar de Cristo resplandeciente que resucita de entre los muertos. Mariam también quería que el universo, la tierra, las flores hablen de su amor por Cristo.
Las mujeres son enseguida enviadas: “id a decir a sus discípulos… que irá delante de vosotros a Galilea…” Al igual que ellas, cada uno de nosotros está llamado a dar testimonio de su fe, y dejar que esta fe irradie en toda nuestra vida. Nuestra Madre Santa Teresa, desde este punto de vista, recibió una gracia eminentemente pascual. El Señor le concedió el transmitir una palabra sobre su experiencia de oración, de unión con Dios. Y cuando ella nos comparte su experiencia, es el Cristo resucitado que resplandece. “…sólo imaginar cómo salió del sepulcro os alegrará. Mas ¡con qué claridad y con qué hermosura! ¡Con qué majestad, qué victorioso, qué alegre!” (Camino 26,4)
Le deseamos una santa y feliz Pascua de Resurrección!