Tú tienes tantos enemigos y tan pocos amigos…
    Yo quisiera entonces hacer eso poquito que está en mi, que es vivir  mi vocación al Carmelo lo mas perfectamente posible y suplicar…

    No es que no tenga el derecho de ser escuchada, pero contempla a mis hermanas que  están a tu servicio; en nuestra clausura, nosotras combatimos por ti, y juntas nos ofrecemos en sacrificio.

    Tú nunca faltas de ayudar a quien decide dejarlo todo por ti,  y a quienes tienes por amigos, tú vives en ellos, tú te comunicas a ellos para que ellos me den tu vida en los sacramentos, en tu Pan que me alimenta para que yo haga la voluntad del Padre.

    Aquel que tú llamas a ser sacerdote hará que cada bautizado descubra la gran hermosura de su alma, un muy claro cristal donde tú encuentras tus delicias.

    Pon en él
    la secreta y perfecta alegría
    del amigo del Esposo.

Señor,
    te lo suplicamos
    por tu inmensa gloria
    y el bien de la Iglesia.

Por qué no escucharás lo que te pedimos?
no por nuestros méritos
sino por la sangre que has derramado por nosotros.

Esta es nuestra oración
ofrecida al Padre

(De una carmelita, inspirada en los escritos de su Santa Madre Teresa de Jesús)