Julio, un mes carmelitano!

¿Cómo no volver nuestra mirada hacia Santa Mariam de Jesús Crucificado: Una mañana, la priora del Carmelo encuentra a Mariam en extasis, sentada en un pequeño banco frente a una ventana abierta:

““Madre –dice Mariam- todos duermen y nadie piensa en Dios que es tan bondadoso y tan grande…
ninguno se acuerda de Él.
¡Mira, la naturaleza lo alaba, el cielo, las estrellas, los árboles, la hierba, toda criatura alaba al Señor,
pero el hombre, que conoce sus beneficios y debería alabarlo, duerme!
¡Vamos, despertemos al Universo!”

Este contacto contemplativo con la creación Mariam lo ha recibido junto con el espíritu del Carmelo. Ya Santa Teresa encontraba en el agua, las flores, los horizontes amplios, una gran ayuda para la oración. Saint Jean de la Cruz contemplando la noche estrellada, exclamaba: “Míos son los cielos y mía es la tierra… y el mismo Dios es mío y para mí, porque Cristo es mío y todo para mí“. No es casualidad que el Papa dedique el número 234 de su Encíclica a San Juan de la Cruz y a la conexión íntima que el santo reconocía entre Dios y todos los seres vivos.  Nos encontramos aquí bien lejos, gracias a Dios, de las representaciones del Santo como alguien duro, frío y lejos de todo lo creado!

En este comienzo del mes de julio, nos preparamos para la gran solemnidad de Nuestra Señora del Monte Carmelo. Ya Elías la contempló en la pequeña nube que se elevaba desde el mar. Él comprendía la creación “como un don que surge de la mano abierta del Padre de todos, como una realidad iluminada por el amor que nos convoca a una comunión universal” (Laudato Si’ 76). La Virgen del Carmelo nos conduce a la unión de amor con su Hijo con las imágenes de la naturaleza transfigurada, para decirnos que en ella, a través de su Hijo, toda la creación y nosotros mismos alcanzaremos  la belleza perfecta:

“Que el desierto y el sequedal se alegren, regocíjese la estepa y florezca como flor;
estalle en flor y se regocije hasta lanzar gritos de júbilo.
La gloria del Líbano le ha sido dada, el esplendor del Carmelo y del Sarón.
Se verá la gloria del Señor, el esplendor de nuestro Dios”
(Isaías 35,1-2).

Podemos pedir especialmente a Nuestra Señora del Monte Carmelo que nos ayude a mirar este mundo con ojos más sabios y cuidar con afecto y dolor materno este mundo herido (Cf. Laudato Si’ 241). Entonces entraremos en esta “ecología integral” al ejemplo de Santa Teresa de Lisieux que no perdió la oportunidad de una palabra amable, de una sonrisa, de cualquier pequeño gesto que siembre paz y amistad (Cf. Laudato Si’ 230). Entonces los peregrinos, visitantes, amigos, vecinos que encontremos alabarán un Creador tan bondadoso!

Que este mes de julio, mes particularmente carmelitano, sea un mes lleno de alabanzas y de amor!

Dites à l’Esprit Saint que vous l’aimez, dites-lui : Esprit Saint, je t’aime !
On ne dit pas beaucoup, pas assez, à l’Esprit Saint que nous l’aimons. Nous le disons à Jésus, à la Vierge Marie …

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