Corpus Christi

El Cuerpo eucarístico de Cristo contiene al mismo tiempo nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro. Nuestro pasado, porque comulgar el Cuerpo y la Sangre de Cristo es recordar que en un preciso momento de la historia humana, el Verbo de Dios, enviado del Padre, se ha unido a nosotros asumiendo nuestra carne en el vientre de María; nuestro presente, porque hoy, podemos acoger el Cristo TOTAL: aquel que “estaba en el principio con Dios…. por medio de quien fueron creadas todas las cosas … aquel que es la vida” (cf.Jn 1, 2-4); nuestro futuro, porque, acogiendo su palabra, sus acciones, su muerte y resurrección, entramos ya a formar parte del mundo nuevo: “El que coma este pan vivirá para siempre” (Jn 6, 58), y vivimos ya de la vida eterna del Reino.

Además, la Eucaristía nos da la fuerza para vivir y obrar: para ser, en el presente, testimonio del amor y para favorecer un crecimiento humano y espiritual tanto de nosotros mismos en la totalidad de quienes somos, y de las personas que el Señor permite que encontremos.

En la Eucaristía, se nos dan las primicias del mundo de la Resurrección. En la Eucaristía, compartimos desde ya el Banquete Mesiánico y somos configurados a Cristo crucificado y resucitado. Gracias a  la Eucaristía, colaboramos al “crecimiento del Cuerpo Místico de Cristo, en el amor” (Ep 3, 16-17 ; 2 P 3, 18).

“¡Oh inestimable Caridad! Así como te nos diste todo Dios y todo hombre, así te quedaste todo en alimento… ¿No bastaba la creación, por la que nos habías hecho a imagen y a semejanza tuya; y el habernos recreado a la gracia en la sangre de tu Hijo, sin dársenos en comida todo tú; Dios, esencia divina? ¿Quién te obligó a ello? Nada más que tu caridad, como Loco de amor que eres” (Oración después de la comunión de Santa Catalina de Siena)
Que esta caridad de tu Espíritu encienda nuestros corazones y les inspire de amarTe y seguirTe en verdad.

P. Henri Lamasse, scj
Nazaret

 

 

Dites à l’Esprit Saint que vous l’aimez, dites-lui : Esprit Saint, je t’aime !
On ne dit pas beaucoup, pas assez, à l’Esprit Saint que nous l’aimons. Nous le disons à Jésus, à la Vierge Marie …

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