Son palabras que inspiran nuestros sentimientos a propósito de la celebración del centenario de la procesión en honor a Nuestra Señora del Monte Carmelo en Haifa. La tradicional procesión mariana, popularmente llamada “Talaat al-Adhra” (la subida de la Virgen) reúne a cristianos de toda Galilea, pero también del centro del país (Jaffa, Lod y Ramleh) además de las parroquias de Ramallah, Jerusalén y Belén.
Recordamos así un hecho histórico que nos hace estar orgullosos: la primera procesión en honor a Nuestra Señora del Monte Carmelo, tuvo lugar el domingo in Albis , 27 de abril de 1919. Fue organizada para llevar, solemnemente, de regreso al Santuario de Stella Maris la estatua de la Virgen del Carmelo que había sido guardada en la parroquia de Haifa, con el fin de protegerla durante la primera guerra mundial.
Nuestra Señora fue acompañada por una inmensa multitud que le agradecía su infatigable protección, pues fue ella quien protegió la ciudad de Haifa de una manera especial durante la guerra. A partir de ese momento, el culto a Nuestra Señora del Monte Carmelo ha crecido constantemente en todo su esplendor. Un momento cumbre fue en 1931, con motivo de la transformación de la basílica, con una procesión inolvidable en la que participaron el padre general de nuestra Orden y numerosos padres carmelitas reunidos en Capítulo General en el monte Carmelo.
En este día el Carmelo está de fiesta, porque desde hace siglos María ha elegido aquí una morada, manifestándose como nuestra esperanza cierta, “spes nostra, salve”, especialmente en momentos de prueba. La historia civil y la historia de nuestra Orden del Carmelo son una prueba de ello. Cuatro monasterios fueron construidos sucesivamente en el promontorio, junto a la gruta de Elías, profeta. Uno tras otro fueron destruidos por los invasores.
El santuario actual, Stella Maris, es la expresión de la tenaz voluntad de los y las carmelitas de honrar a María, Regina Decor Carmeli. La estatua de la Virgen, tallada en madera de cedro del Líbano en 1932-33, es similar, en la medida de lo posible, a aquella de 1820, de la cual se han salvado sólo algunas partes, en particular la cabeza. La actitud de la estatua actual es la misma, majestuosa y llena de solicitud hacia nosotros, sus hijos. Ella es conocida y venerada como Nuestra Señora del Monte Carmelo.