En toda la Iglesia universal se eleva la aclamación: “Resplandece la cruz santa: por ella el mundo ha obtenido la salvación; la cruz vence, la cruz reina, la cruz aleja todo pecado” (Antífona 3 de Laudes)
En el Carmelo, la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, es adornada por la renovación de nuestra profesión religiosa. Y en esta año de la Vida Consagrada es bueno detenernos un momento sobre este aspecto de la fiesta. Según la Regla Primitiva del Carmelo, siglo 13, el 14 de septiembre marca una etapa en el año litúrgico con el comienzo del ayuno monástico que se continuará (salvo los domingos) “hasta la fiesta de la Resurrección del Señor” (Regla n°14). Así, para reafirmar nuestro compromiso de seguir a Cristo en su misterio pascual, tradicionalmente en este día renovamos nuestros votos de castidad, pobreza y obediencia. Nuestras Constituciones lo expresan de esta manera: “testimonio comunitario de nuestra consagración religiosa” pues no se trata de un acto privado sino de una renovación comunitaria, inserta en el misterio litúrgico. Esta renovación puede también en el desarrollo del Capítulo conventual con una celebración de la Palabra. La priora presenta, entonces, a sus hermanas una meditación sobre el sentido de esta renovación.
Tenemos magníficos ejemplos en los escritos de Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) a quien su priora encargó en varias ocasiones de escribir la meditación para este día. Allí ella exprime su profunda convicción : La vida religiosa es una configuración, un seguimiento radical de Cristo, una imitación de Cristo en su camino de Cruz; Edith escribe su meditación el 14 de septiembre de 1940: “El gozo de ser esposa del alma consagrada y su fidelidad deben verificarse en los combates vividos en secreto o en pleno día en el cotidiano de la vida religiosa. Es el Cordero inmolado que ella ha elegido como esposo. (…) Cuando más ella se extienda voluntariamente sobre la cruz (…) experimentará más profundamente la unión con el Crucificado. Así, el ser ella misma una crucificada, se transforma para ella la celebración de nupcias.” (Cf. Fuente escondida, Edith Stein)
Podemos pensar que nuestros santos han vibrado igualmente cuando se acercaba cada año el 14 de septiembre.
Actualmente la renovación se inserta generalmente en la liturgia eucarística, lo que acentúa su carácter de testimonio y su unión a la ofrenda misma de Cristo.
En esta año Teresaino, ofrezcámonos nuevamente con una gratitud cada vez mayor retomando las mismas palabras de nuestra Santa Madre Teresa:
“En la Cruz está la vida
Y el consuelo
Y ella sola es el camino para el cielo!”
(Poesía XIX, compuesta para la procesión del 14 de septiembre)