Recibe el bautismo y con él la vocación al Carmelo, según su propio testimonio.

Como cristiana, miembro de la Iglesia, revalora desde otra dimensión su pertenencia al pueblo de Israel, se siente hebrea, identificada con su pueblo y como ella misma precisa en relación a los acontecimientos de la segunda guerra mundial, se siente una pequeña Ester, llamada a interceder en favor de su pueblo: “Pienso a menudo en la reina Ester, que fue arrancada de su pueblo para interceder ante el rey. Yo soy una pobre e impotente y pequeña Ester, pero el rey que me ha escogido es infinitamente grande y misericordioso. Esto es un gran consuelo” (Cta. del 31 de octubre, 1938 a Madre P. Bruning).

Entra al Carmelo de Colonia, Alemania, el 14 de octubre de 1933, pero a causa de la persecución por su origen judío debe trasladarse al Carmelo de Echt, en Holanda, donde finalmente es arrestada junto a su hermana Rosa que prestaba servicios en la portería del monasterio.

Las últimas palabras que sus hermanas de comunidad le escucharon antes de ser detenida por la Gestapo el 2 de agosto de 1942, fueron: “vamos Rosa, por nuestro pueblo”.

El Papa Juan Pablo II la beatificó el 1 de mayo de 1987 y la canonizó el 12 de octubre de 1998 en Roma. En esa oportunidad el Papa se refirió a ella como una hija de Israel, que durante la persecución de los nazis ha permanecido, como católica, unida con fe y amor al Señor Crucificado, Jesucristo y como judía, a su pueblo.